ES UNA LATA EL TRABAJAR

Hay veces que uno se despierta y lo que menos le apetece es ir a trabajar. Hoy me hubiera tomado el día libre, me hubiera quedado en la cama, amodorrado junto al mandarino. Después me habría tomado un buen desayuno, un zumo de naranja y unas tostadas con mantequilla y mermelada. Habría salido a dar una vuelta y pasear por la ciudad. Me gusta tener días libres entre semana mientras Madrid sigue con su ritmo de vida habitual, me siento como si estuviera haciendo campana. Por la tarde, a primera hora habría ido al gimnasio, aprovechando que hay menos gente y no tengo que soportar a los cachitas de diseño que, todos los días, después de trabajar, van a lucirse entre pesas y mancuernas.

Porque tienen muy buenos cuerpos, pero van tan repeinados, con sus camisetas de marca, tan pendientes de que les vean, que casi, casi, me dan ganas de decir eso de "ya no quedan hombres de verdad". Pero sí que quedan. Por ejemplo, Clive Owen.



Un beso, anónimo lector.