Fidelidad

Un amigo mío mantiene una relación a distancia (digamos que les separa un océano). Dice que está muy enamorado y que quiere luchar por el futuro de esa historia. Pero el otro día me confesó que se enrolló con un tercero, un rollo de una noche, un extranjero famoso. Se sentía culpable y no me quiso dar otros detalles, pero se consolaba diciendo que "después de tres meses, estoy seguro de que él (su pareja transoceánica) también me ha puesto los cuernos".

Una amiga mía mantiene una relación estable con un chico desde hace años (digamos que hasta viven juntos y todo). Dice que está muy enamorada e incluso piensa en anunciar su boda más pronto que tarde. Pero el otro día me confesó que, desde hace unas semanas, un compañero de trabajo la invita a cenar, la lleva al teatro y le envía emails subidos de tono. Ella no le ha hablado de este amigo a su pareja, pero se justifica diciendo que "él (su admirador) no me interesa, pero me encanta la sensación de sentirme deseada, el coqueteo, la novedad".

Yo estoy convencido de que toda infidelidad es señal de que algo no va bien en una relación, pero entre un caso y otro, creo que, dentro de lo malo, es peor estar continuamente fantaseando con un tercero que unos cuernos puntuales.

Además, cuando uno tiene un mandarino como el mío, no se me ocurriría irme con cualquier melón. Ni aunque el melón responda al nombre de Ernesto Alterio.



Un beso, anónimo lector.

DÍAS ABURRIDOS

Hace pocos días hablé por teléfono con mi madre. Después de un rato contándome los quebraderos de cabeza que le da mi hermanos, me dijo: "Y tú, ¿no me cuentas nada?". Y le dije la verdad, que no tenía nada que contarle. Es cierto que del mandarino no hablo con ella, pero tampoco me ha pasado nada destacable en los últimos días.

El trabajo me ha tenido bastante ocupado y he tenido un poco abandonado el Blog. El sábado volví a pisar una pista de baile después de varias semanas de abstinencia. Fue divertido. Sin embargo, el mes de septiembre está siendo aburrido y rutinario. Del trabajo a casa, de casa al trabajo, del trabajo a casa del mandarino, y del mandarino al trabajo. Quizás lo más novedoso es que tanto ir al gimnasio parece estar dando sus frutos y he conseguido perder unos cuatro kilos. A ver si en unos meses dejo de sentirme la oveja negra del Body Factory y me parezco un poco a Chris Evans, la Antorcha Humana.



Un beso, anónimo lector.

I am what I am

No soy un gran seguidor de "Operación Triunfo", pero hace un par de semanas vi una gran actuación a cargo de Soraya, una chica borde que fue azafata y que canta bastante bien. Era un tema de Gloria Gaynor que Jesús Vázquez definió como "himno gay". Para mi vergüenza, he de decir que no lo había escuchado nunca: "I am what I am". Está claro que la Gaynor tiene más temas en el repertorio que el muy quemado "I will survive" (que es un temazo, pero de tan pinchado que está, he terminado aborreciéndolo) y el "Never can say goodbye", aunque me gusta más en la versión de The Communards.

Esa misma noche me bajé el "I am what I am" del Emule. Me gusta la música disco de los setenta, los falsetes, las cuerdas del bajo marcando el ritmo, los acompañamientos orquestales. Podéis llamarme hortera, pero hasta me gusta la estética de flecos y lentejuelas, las bolas de espejo, el look futurístico de Boney M, las pistas de baile con suelo de luces... Me dan ganas de entrar en una maquina del tiempo y aparecer en medio del Studio 54.

Y si me llevo conmigo a Ryan Philippe, mejor que mejor.



Un beso, anónimo lector.

FASTLOVE

Ayer por la tarde, en el gimnasio (cuya fauna se merecería también un post. Más adelante), mientras escuchaba música y sudaba en la odiosa bicicleta estática, me fijé en estas frases del "Fastlove" de George Michael.

"My friends got their ladies, they're all having babies
But I just wanna have some fun"

Soy de esos que escucha las canciones sin prestar atención a la letra, así que nunca me había dado cuenta de que "Fastlove" es una defensa de los rollos de una noche. Y aunque tengo a mi medio mandarino y no echo de menos los tiempos anteriores a él, estuve pensando en que me estoy convirtiendo en uno de esos amigos de George Michael. Sé está tan bien en casa haciendo macramé y viendo "Salsa Rosa".

Quizás debería salir de vez en cuando para dar rienda suelta al príncipe de la pista que aun hay dentro de mí (el rey es Tony Tornado, eso es indiscutible), aunque sólo sea para darme cuenta de que, en realidad, de lo que tengo ganas es de que mi mandarino me lleve a su casa.

Me estoy haciendo mayor. La noche ya no me confunde.

A todo esto, debo confesar que George Michael fue mi primer "hombre del momento", incluso antes de que fuera consciente de que lo era. Esos vaqueros, esa cazadora de cuero, esa barbita de tres días, esos pendientes de crucifijo y esas gafas de sol me han marcado.



Un beso, anónimo lector.

Ya sé qué quiero ser de mayor

Venía yo en el metro esta mañana, leyendo el periódico gratuito de turno, cuando he leido que Paris Hilton ha recaudado 200.000 euros para las víctimas del Katrina. ¿Cómo lo ha conseguido? Subastando su Nochevieja: un fan ha pagado esa suma para tomar las uvas con ella... Las uvas, el champagne, o darse el beso bajo el muérdago, que me da a mí que en Estados Unidos no saben de la existencia de Ramón García.

Y he decubierto mi vocación: yo quiero ser Paris Hilton. Tampoco es tan complicado. Yo puedo ser más pijo que ninguno, yo puedo ir a un reality-show y hacerme la rubia ordeñando vacas, yo puedo rodar un video porno casero y filtrarlo en Internet... Y ya está: portadas en las revistas, grandes sumas de dinero para gastar en ropa y hombres, papeles secundarios en películas de terror para adolescentes hormonados. ¿Dónde hay que presentar la solicitud?

Total, es un puesto para el que no se requiere ni ser inteligente, ni tener glamour, ni siquiera hay que ser guapo. El año que viene me presento a Gran Hermano. Y a vivir del cuento.



Un beso, anónimo lector.

¿EXISTE EL TRABAJO IDEAL?

Uno de los propósitos que he hecho para el curso que viene es buscar un nuevo trabajo. No es que el mío me desagrade, y de hecho, está bien pagado. Pero, en demasiadas ocasiones, me resulta rutinario y aburrido. Sin embargo, con los años me doy cuenta de que, o bien no existen los trabajos ideales, o yo no estoy hecho para trabajar.

Siempre falla algo: unas veces, el sueldo es miserable; otras veces, los miserables son los jefes o los compañeros de trabajo. Parece mentira como las oficinas se llenan de hipócritas, trepas o imbéciles.

He llegado a la conclusión de que lo mejor es ser tu propio jefe, trabajar como "free-lance" o crear una empresa. Aunque, claro, ésta es una opción arriesgada y que requiere dedicación plena. No sé si estoy preparado. Además, si yo fuera mi propio jefe, ¿me dejaría dedicar el tiempo de trabajo a escribir en el blog y buscar por Internet fotos de mi chico del momento, el inigualable Matthew Fox?



Un beso, anónimo lector.

La pasión turca

¡Hola amigos! Ya es septiembre y Amanda Rina cumple su promesa de volver a este rincón de la web. Lo echaba de menos. Y os echaba de menos, claro.

La frase del día de hoy es "¿Qué tal tus vacaciones"?, acompañada de besos, abrazos, sonrisas como puñales. Como si la gente realmente estuviera contenta de volver a verse y de volver a este absurdo puesto de trabajo. Pero no voy a ser yo menos que los demás y también sonrío, pero poco. No me gusta la hipocresía.

De todas formas, yo he pasado uno de los mejores veranos de mi vida, de una manera casi inesperada. Parecía que iba a ser un típico agosto de Madrid, familia y playa barata, pero de repente unos amigos me propusieron un plan de estos a los que no se puede decir que no. "Oye, nos vamos a Estambul, ¿te vienes?". Lo pensé un poco, eché mano de los ahorros y para allí que nos fuimos, a descubrir la magia de Oriente.

Debo confesar que tenía mis reticencias, que me esperaba encontrar una caótica ciudad casi tercermundista, con calles de arena, camellos y alfombras voladoras. Pero no, he visto demasiadas películas de Indiana Jones. Estambul es una ciudad moderna, no es tan diferente a Occidente. Al menos, a simple vista, porque luego, cuando la vas conociendo, descubres que es especial. Este tópico publicitario de "un puente entre dos mundos" es cierto. Estambul es Europa, pero también es Asia. Los McDonalds y las tiendas de ropa comparten espacio con los vendedores ambulantes y las mezquitas.

Sólo han sido siete días, pero me han bastado para enamorarme de Turquía. Estoy deseando volver para descubrir más cosas de ese país. Y para volver a ir a un hamman, un baño turco. Si alguna vez vais por ahí, no tengáis miedo y probadlo. Es una experiencia relajante, como si cambiaras de piel.

Y hay turcos que están de muy buen ver. Como el Ricky Martin local, Tarkan. Me he comprado un par de discos suyos y no dejo de escucharlos.



Un beso, anónimo lector.