Tópicos

Una de las cosas que más odio en este mundo son los artículos sobre "Tribus urbanas". No soporto las etiquetas, no soporto que tu inclinación sexual o tus ideas políticas o tus creencias religiosas tengan que venir acompañadas, necesariamente, por una serie de tópicos que se refieren a tus gustos musicales, a tu manera de vestir, a tu modo de ver el mundo.

No niego que los tópicos tienen su punto de verdad, pero a veces estos tópicos llegan a ser una barrera, un muro que te aisla de los demás, y que llegan a convertirse en prejuicios.

Yo reivindico mi individualidad. Yo soy YO. Mi manera de ser NO es rígida, evoluciona, se transforma, crece.

Y también evoluciona mis gustos sobre hombres. Y como llevo muchos días poniendo fotos de actores, hoy pongo a un cantante. Rob Thomas es el chico del momento. Ya era hora de que se fijaran en él.



Un beso, anónimo lector.

TAN CERCA, TAN LEJOS

Durante la pasada semana, Ralph Fiennes ha estado en Madrid representando "Julio Cesar" en el Teatro Español, no muy lejos de mi casa. Por desgracia, para cuando me enteré, las entradas (lógicamente) ya estaban agotadas.

Así que no he podido ver en vivo a uno de mis actores favoritos. De Ralph Fiennes me gusta como sabe interpretar a personajes que nunca son de una pieza, con una cierta tendencia a la oscuridad, al tormento. Tengo especialmente grabada la escena de "La lista de Schindler" en la que el nazi Amon Goeth baja al cuarto de la criada judía y está a punto de besarla, de reconocer su atracción por ella, para después darle una paliza. Por un instante, se ve el lado humano del monstruo, e incluso se llega a sentir cierta lástima por un personaje despreciable.

Creo que ésta es mi interpretación favorita de Fiennes. Aunque tiene muchas otras películas destacables: "Quiz show", donde interpreta a un brillante intelectual seducido por la fama y el dinero fácil; "El paciente inglés", para mí gusto, una de las películas románticas más apasionadas de los últimos años; o "Días extraños", una compleja película futurísta muy recomendable.



No he podido verle en el teatro, pero siempre puedo verle en mi DVD.

Un beso, anónimo lector.

¿Y qué me pongo?

Esta noche tengo que asistir a un evento social lleno de glamour, flashes y focos. O al menos, eso intentarán sus responsables. Por lo menos, yo trataré de estar a la altura de las circunstancias. Así que no me queda más remedio que ir esta tarde a comprarme algo de ropa. Porque a las estrellas, famosos y similares se la prestan, pero a sus amistades, no. Y aunque yo creo que el estilo se tiene o no se tiene, también sé que un buen envoltorio ayuda a realzar la percha.

Me gusta la moda. Me parece un fenómeno curioso. De repente, algo se pone "de moda" y todo el mundo corre a comprárselo como si fuera la última novedad cuando, en ocasiones, lo único que tendrían que hacer es desempolvar la ropa y los complementos que guardan en viejos cajones. ¿Quién sabe? Si las chapas vuelven a llevarse, también podrían volver -Dios no lo quiera- las hombreras. Cosas más raras se han visto.

Pero aunque me gusta la moda, no suelo vestir "a la moda". No me preocupo por ello, es más sencillo apostar por lo clásico y lo funcional. Lo clásico nunca pasa de moda. La belleza no entiende de tendencias. Basta mirar una foto de Lauren Bacall para darse cuenta de ello (no todo van a ser hombres en este blog).



Un beso, anónimo lector.

TODO POR UNA PALABRA

Todo el mundo ha hablado de ello y de ellos. Yo no quiero darles más importancia de la que tienen, pero necesito dar mi opinión. Este sábado se manifestaron en Madrid miles de personas "en defensa de la familia". La familia está en peligro, dicen ellos. No se puede tolerar que la unión entre dos personas del mismo sexo se llame matrimonio, añaden.

Dicen que no están en contra de los gays. Yo no me lo creo. No me creo que todo sea cuestión de una palabra. No me creo que estemos encadenados a una definición del diccionario. No me creo que ellos no se manifestaran si el matrimonio homosexual se llamara de otra forma. ¿Por qué no son sinceros? ¿Por qué no reconocen, simplemente, que los homosexuales les dan asco, que son unos enfermos, unos degenerados, unas pobres víctimas que tuvieron padres alcohólicos? Que lo digan, que no tengan miedo a denominarse como lo que son: homófobos.

Porque creo que nadie en su sano juicio se atrevería a negar que "todo niño tiene derecho a un padre y a una madre". Lo que me pregunto es si este padre y esta madre tienen que coincidir con los biológicos, e incluso me pregunto qué pasa con los hijos e hijas de madres solteras, de viudos y viudas, de homosexuales (porque sí, hay parejas homosexuales que tienen hijos de relaciones anteriores)... No todo es blanco y negro: el concepto de familia ha ido evolucionando del mismo modo que ha evolucionado la sociedad. Negar esto es estar de espaldas a la realidad.

Prefiero hablar de temas verdaderamente importantes. El viernes me invitaron a ver "Batman Begins". No me gustó, pero pude ver, durante breves instantes, los pectorales de Christian Bale.



Un beso, anónimo lector.

Terror en la piscina

Llega el verano, llega el calor, llega el momento de ir a la piscina... ¡horror!

¿Seguirá sirviéndome el bañador del año pasado? Pequeña prueba delante del espejo. Sí, sigue valiéndome. Pero ahora llega el momento de buscar la mejor postura para disimular los excesos gastronómicos del resto del año. ¿Pero qué coño? ¿Excesos gastronómicos? Pero si lo he probado todo: la dieta de la alcachofa, la dieta del pomelo, la dieta del huevo duro, las peregrinaciones a Lourdes... Que si cinco comidas al día, que si siete, que si no comer. ¿Tanta dieta para esto? ¿Me llevo privando de grasas saturadas, bollería industrial y azucares varios para lucir este hermoso flotador? ¡Si yo ya aprendí a nadar en el colegio! ¿No podría repartirse la grasa por todo el cuerpo en vez de acumularse en la cintura?

Trato de consolarme pensando que, en caso de guerra nuclear, tengo ahí guardadas reservas de energía para una buena temporada. Y después de varios minutos metiendo tripa hasta casi ahogarme, levantando hombros, poniendo recta la espalda... me digo: "bueno, pues no estoy tan mal".

Entonces, cuando sales de los vestuarios y llegas a la zona de las piscinas, descubres la verdad. La auténtica, cruel e innegable verdad.

No estás tan mal. No.

Estás peor.

Justo al lado de donde extiendes tu toalla, hay un grupo de jovencitas que son como Britney Spears, pero sin necesidad de quirófano ni photoshop. Tratas de consolarte pensando en que son tontas. Pero, claro, con ese cuerpo, ¿quién necesita cerebro? Por que, ¿quién rodea a estos pend... perr... chicas? Por supuesto, un grupo de jovencitos de cuerpos esculturales, torsos musculados, piel morena, sonrisa profident. ¡No se puede salir así a la calle! Nos dejan en mal lugar a las personas normales, ¿el Foro de la Familia no va a tomar cartas en el asunto? ¡La liposucción debería estar sufragada por la Seguridad Social! ¿Nadie va a convocar una manifestación para remediarlo?

Y lo que más le molesta a Amanda Rina es que toda la gente de buen ver de la piscina come... ¿arroz hervido y verduras? ¡No! Se ponen hasta el culo de panchitos, patatas, helados y todo tipo de dulces. Y no engordan un gramo, ¿habrán hecho un pacto con el diablo? ¿Harán turnos para vomitar en el baño? ¿Sólo harán una comida al día? ¿Lo harán para provocar?

En fin, menos mal que todo el mundo sabe que la verdadera belleza está en el interior. ¿O es que ya nadie ve películas de Walt Disney?

Seguro que Antonio Sabato Jr. piensa lo mismo que yo.



Un beso, anónimo lector.

AMANECE Y ANOCHECE

En 1995, Richard Linklater dirigió una película llamada "Antes de Amanecer". En ella, un joven americano y una joven francesa se conocían en un tren y acababan pasando un día y una noche juntos en Viena. Hablaban, hablaban y hablaban sobre los desafíos ser joven, sobre sus sueños, sus ilusiones... y se enamoraban. La película termina con ambos separándose y prometiendo encontrarse en el mismo lugar seis meses después.



En 2004, Richard Linklater dirije una película llamada "Antes de Anochecer". En ella, el americano y la francesa ya no son tan jóvenes. Ahora él acaba de publicar una novela inspirada en aquella noche en Viena y ella acude a la presentación del libro en París. Es la segunda vez que ambos vuelven a encontrarse. Y hablan y hablan y hablan sobre los desafíos de ya no ser joven, sobre sus sueños rotos, sus ilusiones perdidas... y comprueban que siguen enamorados. La película termina con... Os dejo que lo descubráis por vosotros mismos.



Son dos películas que pueden llegar a cansar, ya que la acción se limita a ver a dos personas hablar mientras pasean por una ciudad, van a un parque, se montan en un barco, toman un café... Pero hace poco, al ver "Antes de Anochecer", me di cuenta de la suerte que tienen aquellos que han encontrado a su persona ideal, a su media naranja, al amor de su vida. Y me alegré, porque yo tengo esa suerte.

Un beso, anónimo lector.

Pasajeros al tren

Recuerdo que uno de los rituales imprescindibles de cumplir 18 años era apuntarse a una autoescuela. Yo también lo hice, aunque no me saqué el carné de conducir hasta tres o cuatro años después. Aprobé el teórico por azar y tuve mucha suerte porque, al hacer el práctico, mi examinador tenía prisa y decidió aprobarme después de diez minutos de conducción por las avenidas más anchas de la ciudad. No hice maniobras, ni siquiera tuve que aparcar. A mí sí que me dieron el carnet en una tómbola.

Y ahí tengo mi cartulina rosa, arrugándose en la cartera. No me gusta conducir. Pero nunca he necesitado coche. Siempre hay un tren que te lleve a donde quieras ir. Y si no hay tren, hay autobúes. Y si no, siempre puedes recurrir a un amigo que tenga coche y buena conversación.

Y si el chofer se parece a Stuart Townsend, mejor que mejor.



Un beso, anónimo lector.

PD: Me he dado cuenta de que, al hablar del cine argentino, me olvide de mencionar a directores como Alejandro Agresti ("El viento se llevo lo que"), Eduardo Mignona ("Sol de otoño") o Fabián Bielinsky ("Nueve Reinas"). Y seguro que aun me dejo algún nombre.

VIDAS PRIVADAS

Llevo un tiempo navegando por la blogosfera y me sorprende mucho el desparpajo con el que algunas personas hablan de su vida, contando hasta los más mínimos detalles de su intimidad. Me sorprende mucho más el mundo de los fotologs, donde los autores se convierten en protagonistas de su propio "reality-show".

Pero he de reconocer que, además de sorprenderme, cuando encuentro un blog bien escrito, me atrapa. ¿Soy una víctima del voyeurismo? ¿Estamos convirtiendo entre todos la red de redes en un inmenso Gran Hermano? Nos leemos, nos vemos, llegamos a conocernos, a caernos bien o a caernos mal. ¿Habrá una Mercedes Milá en algún punto de la red, controlando todo el invento?

A Amanda Rina le gusta ser un personaje anónimo y virtual. Pero no puede resistir la tentación de leer la vida de otros personajes de carne y hueso. Ni tampoco negar que le gusta que otros estén leyendo estas palabras. Y no puede negar que le gustaría que uno de sus lectores fuera Edward Burns.



Un beso, anónimo lector.

Argentina

Ayer vi "Esperando al Mesías", una película dirigida por Daniel Burman ("Todas las azafatas van al cielo", "El abrazo partido"). TVE la emitió el domingo a las dos de la mañana. Por suerte, aun conservo mi vídeo. La película no me gustó demasiado, el argumento no terminaba de centrarse en nada concreto. Sin embargo, tenía puntos de interés: el retrato de las constumbres tradicionales de la comunidad judía de Argentina, el agradable sonido del acento argentino y Daniel Hendler, un actor terriblemente atractivo.



Mientras veía la película, me di cuenta de todo lo bueno que Argentina ha dado al mundo del cine. Tiene directores como Adolfo Aristarain ("Un lugar en el mundo"), Marcelo Piñeyro ("Caballos salvajes"), Juan José Campanella ("El hijo de la novia") o Eliseo Subiela ("El lado oscuro del corazón"). Tiene actores como Federico Luppi, Hector Alterio, Dario Grandinetti, Ricardo Darín, Gaston Pauls, Leonardo Sbaraglia...



...y no me puedo olvidar tampoco de actrices como Cecilia Roth o la siempre impresionante Norma Aleandro.

Un beso, anónimo lector.

ZUMO DE AMANDA

Ayer tuve un problema con Blogger, el ordenador, Internet, la vida. Di de baja el blog sin pensarlo. Pero Amanda Rina es como el Ave Fenix y renace de sus cenizas, aun más fuerte si cabe.



Es una buena excusa para renovar fotos. Sigo queriendo perderme en los ojos de Jake Gyllenhaal.



Un beso, anónimo lector.

Los restos del naufragio

Google me ha permitido recuperar los textos que borré demasiado precipitadamente. Todo gracias a eso tan extraño que se llama "en caché". No voy a volver a colgarlos, no tendría mucho sentido. Con una excepción: esta especie de "declaración de intenciones".

Internet es un inmenso confesionario, un lugar donde vacíamos nuestras almas, donde la intimidad se comparte en forma de diarios públicos pero secretos. Nadie sabe quién es Amanda Rina, así que todo lo que relate aquí puede ser ficción o realidad. No lo puedes comprobar.

Porque aquí nadie nos conoce, ni nos juzga, ni nos aprueba, ni nos condena. Además, ¿hasta qué punto nos puede importar lo que piensen de nosotros otros internautas a los que no conocemos, ni conoceremos? Incluso ellos puede ser personajes inventados, como yo.

Aunque si el que me estás leyendo eres tú, Joaquin, ¿a qué esperas para ponerte en contacto conmigo?




Un beso, anónimo lector