Llega el verano, llega el calor, llega el momento de ir a la piscina... ¡horror!
¿Seguirá sirviéndome el bañador del año pasado? Pequeña prueba delante del espejo. Sí, sigue valiéndome. Pero ahora llega el momento de buscar la mejor postura para disimular los excesos gastronómicos del resto del año. ¿Pero qué coño? ¿Excesos gastronómicos? Pero si lo he probado todo: la dieta de la alcachofa, la dieta del pomelo, la dieta del huevo duro, las peregrinaciones a Lourdes... Que si cinco comidas al día, que si siete, que si no comer. ¿Tanta dieta para esto? ¿Me llevo privando de grasas saturadas, bollería industrial y azucares varios para lucir este hermoso flotador? ¡Si yo ya aprendí a nadar en el colegio! ¿No podría repartirse la grasa por todo el cuerpo en vez de acumularse en la cintura?
Trato de consolarme pensando que, en caso de guerra nuclear, tengo ahí guardadas reservas de energía para una buena temporada. Y después de varios minutos metiendo tripa hasta casi ahogarme, levantando hombros, poniendo recta la espalda... me digo: "bueno, pues no estoy tan mal".
Entonces, cuando sales de los vestuarios y llegas a la zona de las piscinas, descubres la verdad. La auténtica, cruel e innegable verdad.
No estás tan mal. No.
Estás peor.
Justo al lado de donde extiendes tu toalla, hay un grupo de jovencitas que son como Britney Spears, pero sin necesidad de quirófano ni photoshop. Tratas de consolarte pensando en que son tontas. Pero, claro, con ese cuerpo, ¿quién necesita cerebro? Por que, ¿quién rodea a estos pend... perr... chicas? Por supuesto, un grupo de jovencitos de cuerpos esculturales, torsos musculados, piel morena, sonrisa profident. ¡No se puede salir así a la calle! Nos dejan en mal lugar a las personas normales, ¿el Foro de la Familia no va a tomar cartas en el asunto? ¡La liposucción debería estar sufragada por la Seguridad Social! ¿Nadie va a convocar una manifestación para remediarlo?
Y lo que más le molesta a Amanda Rina es que toda la gente de buen ver de la piscina come... ¿arroz hervido y verduras? ¡No! Se ponen hasta el culo de panchitos, patatas, helados y todo tipo de dulces. Y no engordan un gramo, ¿habrán hecho un pacto con el diablo? ¿Harán turnos para vomitar en el baño? ¿Sólo harán una comida al día? ¿Lo harán para provocar?
En fin, menos mal que todo el mundo sabe que la verdadera belleza está en el interior. ¿O es que ya nadie ve películas de Walt Disney?
Seguro que Antonio Sabato Jr. piensa lo mismo que yo.

Un beso, anónimo lector.